Una boda con sabor a otoño

El tono dorado que adopta la luz de las tardes.

El aroma a castañas asadas invadiendo las esquinas de la ciudad.

El tacto gustoso de los jerséis de punto grueso que pueblan de nuevo mi armario.

El crujido placentero que producen las hojas cuando las piso de camino a la oficina.

El sabor de las primeras mandarinas, de la infusión de jengibre y la crema de calabaza.

No descubro nada nuevo si confieso que soy una enamorada del otoño; esta estación tiene la capacidad de pellizcarme todos los sentidos  y -como me sucede con todas las cosas que me apasionan-  aquello que la rodea es una fuente de inspiración constante para mí y para mi equipo.

Hoy quiero compartir con vosotros uno de los proyectos que más hemos disfrutado en el estudio en los últimos años.

Una boda que respiraba otoño en cada detalle y en la que los novios nos dieron carta blanca para dar rienda suelta a nuestra creatividad en el plano decorativo.

Muchas veces compartimos nuestro trabajo con vosotros a través de nuestras redes sociales o el portfolio de nuestra web, pero hay proyectos que es difícil resumir en una sola imagen y por eso he pensado que os interesaría descubrir de mi mano cada detalle de esta preciosa boda otoñal.

¿Comenzamos?

 

Fotografía © Ruth Roldán

 

El lugar escogido por los novios fue La Estación -nuestro espacio de estilo industrial en Otero de Herreros, en la provincia de Segovia-  y, para la decoración y ambientación de la boda, nos inspiramos en la propia paleta cromática del entorno.

Los tonos terrosos y anaranjados de las antiguas vigas de hierro y los tostados de la solera y las paredes fueron las primeras referencias en nuestro moodboard, y poco después decidimos incorporar a la nuestro panel de inspiración la propia época del año en que se celebraría la boda y sus frutos – manzanas, piñas, frutos secos…-.

El toque maestro que consiguió dotar de personalidad este montaje fue la decisión de otorgarle su cuota de protagonismo a las calabazas, que actuaron como hilo conductor de la propuesta estética en cada zona donde fue desarrollándose la boda.

 

Una de nuestras premisas de diseño fue que la decoración permitiera a los invitados experimentar una sensación de continuidad en los espacios. Por este motivo decidimos que los exteriores -la primera impresión que recibirían los asistentes al llegar al complejo- estuvieran decorados en consonancia con el resto de la propuesta.

Algunos de los instrumentos de la antigua fábrica de porcelana que albergaba en otros tiempos este lugar nos sirvieron como soportes para preparar arreglos florales, haciendo del óxido del metal un elemento decorativo más.

 

 

 

 

 

 

Fotografías © The Creative Shot

 

El cóctel se sirvió en una de las antiguas naves de la fábrica. Para este espacio optamos por dar protagonismo al mobiliario, de estilo industrial, y lo realzamos con pequeños centros de flores que aportaran luz al conjunto.

Quilicuá – que fue el catering escogido por los novios- acompañó sus propuestas para el aperitivo de un gran corner de cervezas que prepararon siguiendo la estética general de la estancia; lo decoramos con flores en tonos cálidos para darle un toque especial.

Personalmente, me gustó de forma especial el contraste entre las texturas secas y rugosas de los materiales y la selección de variedades florales jugosas como tulipanes o ranúnculos.

 

 

 

Fotografías © The Creative Shot

 

 

Fotografías © Ruth Roldán

 

El comedor tenía que ser el colofón final de nuestra propuesta y nos esforzamos mucho en que resultara sorprendente y, al mismo tiempo, acogedor desde todos sus ángulos.

Combinamos mesas con diferentes tamaños y distribuciones y recreamos un bosque de otoño en el interior de la nave principal del complejo.

Para ello, incorporamos árboles naturales con follaje en distintos tonos y los integramos entre las mesas, de tal modo que los invitados pudiesen pasear por la sala como si el almuerzo se sirviera al aire libre. Para los centros de mesa dejamos volar la imaginación y elaboramos una composición diferente para cada tablero, jugando con diferentes alturas y variedades de elementos vegetales.

La papelería -minutas, marcasitios…-  también fue diseñada a medida para que que encajase perfectamente con el resto de elementos y nuestros compañeros de Quilicuá optaron por presentar su platos en vajilla de cristal y copas transparentes labradas para aportar ligereza al conjunto.

 

Fotografías © The Creative Shot

 

Fotografías © Ruth Roldán

 

Fotografías © Click 10

 

Otros de mis rincones favoritos fueron el seating plan y el recibidor de la zona de aseos.

Para la distribución de las mesas aprovechamos un antiguo andamio y lo decoramos con flor seca, musgo y calabazas. Lo ubicamos en una zona visible de la nave donde se sirvió el aperitivo para que resultase decorativo, además de cumplir con su función de informar a los invitados sobre sus asientos.

El pequeño vestíbulo que da acceso a los aseos lo vestimos para la ocasión con piñas, castañas y velas en tonos dorados e incorporamos dos estructuras que simulaban árboles desnudos.

 

Fotografías © The Creative Shot

Fotografías © Click 10

 

Con todos estos elementos conseguimos un ambiente integrado y coherente con el entorno que resultaba sofisticado, elegante y cálido.

¿Cómo imaginas tu perfecta boda de otoño?

CRISTINA & co.

 

 

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