Si la novia fuera yo…

Toda la que ya ha sido novia sabe que -desde el mismo instante en que él te hace la gran pregunta con un anillo en la mano- una sensación muy especial y difícil de definir te acompaña en cada paso que das.

Durante el tiempo del compromiso te sientes más creativa e ilusionada y te vuelves aún más detallista, y por eso es probable que se te ocurran ideas locas para poner en práctica el día de tu boda o en los meses de preparativos para el gran día.

 

Mi consejo para todas las novias que pasan por nuestro estudio es que se dejen llevar por esa ola de emoción y que se permitan el lujo de darse cualquier capricho que pase por sus cabezas: sólo se es novia una vez y si pecas de comedida, te arriesgas a arrepentirte de no haber hecho realidad ese pequeño sueño que ya no podrás poner en práctica en ninguna otra ocasión.

 

En la entrada de hoy retomo mi sección favorita, esa en la que imagino cómo haría yo las cosas si estuviera preparando mi propia boda, y os cuento algunos pequeños secretos y placeres culpables que me encantaría poner en práctica si yo fuese la próxima en vestirme de blanco:

 

Fotografía © Sara Frost

 

Si la novia fuera yo…

Tengo claro que no celebraría una fiesta el día antes de mi enlace. Cambiaría la preboda por una romántica cena sólo para dos y disfrutaría de mis últimos momentos de soltera con él.

Si la novia fuera yo…

Pediría como regalo de boda esa vajilla prohibitiva que llevo años queriendo tener; la utilizaría en la mesa presidencial y la estrenaría en la propia boda con mi ya marido y nuestros padres para que -además de por su estética- se convirtiera en una posesión muy especial para nosotros por su significado.

Si la novia fuera yo…

Distribuiría a mis invitados en tantos grupos como meses faltaran para mi boda y me propondría tener un detalle especial con ellos o les haría llegar unas palabras personales a medida que avanzara el calendario. Así me aseguraría de que toda la gente que me acompañara en mi gran día supieran lo mucho que me importan antes de nuestro gran día.

 

Fotografía © Paula G. Furió

 

Si la novia fuera yo…

Sin lugar a dudas eliminaría el postre del menú y lo sustituiría por un enorme buffet dulce. Además de poder dar rienda suelta a la golosa que llevo dentro, me encanta la idea de que la última parte del convite sea distendida y con movimiento.

Si la novia fuera yo…

Tendría la excusa perfecta para hacerme con un precioso set de papelería personalizado con el que dar las gracias a todo los asistentes a mi boda al regresar de mi viaje de novios.

Si la novia fuera yo…

Me permitiría el lujo de encargar que me diseñaran una joya a medida. Me fascinan las piezas con historia y las herencias familiares, pero también encuentro muy especial involucrarme en el proceso creativo de una pieza única que yo podría legar a las futuras generaciones de mi familia.

Si la novia fuera yo…

En lugar del clásico reloj, optaría por una obra de autor como regalo de compromiso para mi prometido. Así le haría saber que con él no me importa el paso del tiempo y que lo que más valoro de él es que es que su manera de ver y entender el mundo es única.

 

Fotografía © Instantánea y Toma Primera

 

Si la novia fuera yo…

Sin lugar a dudas reservaría la parte más importante de mi presupuesto para invertirla en flores. Para mí, no hay elemento decorativo más potente y siempre he imaginado mi boda rodeada de elementos vegetales.

Si la novia fuera yo…

Sorprendería a mis amigas organizando yo misma una despedida de soltera. Citaría a las mujeres más importantes de mi vida con alguna excusa en un espacio con encanto y organizaría una merienda especial para disfrutar de tiempo juntas.

Si la novia fuera yo…

Sustituiría las figuritas de los novios por una botella de buen champagne. Así haría llegar a nuestros amigos casaderos el mensaje de que estamos deseando tener algo importante que celebrar.

 

Fotografía © Click 10

 

Si la novia fuera yo…

Dejaría mi móvil en casa y apagado al irme de luna de miel. En lugar de mil whatsapps y fotografías, escribiría una postal a mi familia y amigos en cada momento y lugar en el que me acordara de ellos durante nuestro viaje de novios.

Si la novia fuera yo…

Haría que mi abuela se sintiese tan especial como ella me hace sentir a mí. El día de mi prueba de peinado y maquillaje pediría que también se encargaran de ponerla bien guapa y después la invitaría a cenar a ese restaurante donde me llevaba de pequeña el día de mi cumpleaños. Crearía con ella un recuerdo para siempre.

 

¿Cuáles serían tus pequeñas locuras si la novia fueras tú?

Cristina & Co.

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